DALLAS, 22 de julio del 2022. Aunque el uso actual (es decir, el uso dentro de los 30 días anteriores al período consultado) de los cigarrillos electrónicos disminuyó levemente en el 2020 respecto de años anteriores, el uso diario de cigarrillos electrónicos ha aumentado sostenidamente entre adultos estadounidenses, según una nueva investigación respaldada por el Tobacco Center of Regulatory Science (Centro de Ciencias Reglamentarias del Tabaco) de la American Heart Association y publicada hoy en la revista JAMA Network Open de la American Medical Association.

“Este análisis refleja el consumo informado por los consumidores adultos de cigarrillos electrónicos en EE. UU. entre el 2017 y el 2020. Nos alegró ver una disminución leve en el uso general de cigarrillos electrónicos durante este tiempo. Eso fue impulsado principalmente por una disminución en el uso actual (es decir, el uso en los 30 días anteriores al período consultado) de cigarrillos electrónicos entre nuestros adultos más jóvenes, aquellos de 18 a 20 años de edad”, afirmó el autor sénior del estudio Michael J. Blaha, M.D., M.P.H., director de Investigación Clínica del Centro Ciccarone para la Prevención de Enfermedades Cardiovasculares de Johns Hopkins en Baltimore. “Sin embargo, resultó alarmante ver que, en general, hubo un aumento en el consumo diario de cigarrillos electrónicos entre adultos, siendo el mayor aumento el del grupo entre 21 y 24 años de edad”.

Los autores del estudio utilizaron datos del Sistema de vigilancia de factores de riesgo conductuales del 2017 al 2020 para estudiar el consumo de cigarrillos electrónicos entre más de 429,000 adultos estadounidenses en el 2017; más de 280,000 adultos en el 2018 y casi 285,000 adultos en el 2020. Entre los datos que examinaron, se encuentran los siguientes: cálculos nacionales del uso actual (es decir, el uso en los previos 30 días al período calculado) de cigarrillos electrónicos y del uso diario de cigarrillos electrónicos; el uso actual (en los 30 días previos) de cigarrillos electrónicos para cada estado o territorio y tendencias a nivel estatal entre el 2017 y el 2020.

Los investigadores descubrieron lo siguiente:

  • Hubo una leve disminución en el consumo actual (es decir, el uso en los 30 días previos) de cigarrillos electrónicos entre adultos estadounidenses; del 5.5% en el 2018 al 5.1% en el 2020. La disminución se debió, principalmente, a las disminuciones en el consumo actual de cigarrillos electrónicos entre los adultos jóvenes de 18 a 20 años de edad, que los autores notaron que es el grupo afectado por la legislación Tobacco-21, que aumenta la edad mínima para las ventas de cigarrillos electrónicos de 18 a 21 años. La American Heart Association apoyó firmemente esta legislación.
  • La disminución en el consumo de cigarrillos electrónicos en los 30 días previos entre el 2018 y el 2020 no fue similar en todos los estados. Algunos estados registraron disminuciones significativas en el uso de cigarrillos electrónicos en los 30 días previos. Por ejemplo, el consumo de cigarrillos electrónicos en los 30 días previos en Connecticut pasó del 5.6% al 4.5%. El consumo de cigarrillos electrónicos en los 30 días previos también disminuyó en Massachusetts, Nueva York y Dakota del Norte. Sin embargo, otros estados y territorios registraron aumentos en el consumo de cigarrillos electrónicos, incluido un aumento alarmante en Guam, donde el consumo de cigarrillos electrónicos en los 30 días previos pasó del 5.9% al 11.4%. Utah, Kansas y Tennessee también tuvieron mayores aumentos en el uso de cigarrillos electrónicos en los 30 días previos.
  • El consumo diario de cigarrillos electrónicos, que representa una transición a una mayor dependencia de la nicotina, ha incrementado de forma constante, lo que constituye una preocupación de salud pública. Entre los consumidores actuales de cigarrillos electrónicos, la proporción que informó consumo diario aumentó notablemente; del 34.5% en el 2017 al 44.4% en el 2020. Los autores señalaron que entre el 2018 y el 2020, la prevalencia del consumo diario de cigarrillos electrónicos entre adultos jóvenes de 21 a 24 años de edad aumentó del 4.4% al 6.6%.

“La evidencia sobre los efectos cardiovasculares a largo plazo de utilizar exclusivamente cigarrillos electrónicos es limitada, pero los estudios de exposición aguda han demostrado que los cigarrillos electrónicos tienen efectos dañinos sobre el sistema cardiovascular, incluido el aumento de la frecuencia cardíaca y la presión arterial. Lo que es más importante: el uso de cigarrillos electrónicos junto con cigarrillos combustibles representa un patrón de uso problemático, con un mayor riesgo de enfermedades cardiovasculares y pulmonares”, afirmó Blaha, que es el investigador principal del Proyecto de efectos cardiovasculares de los productos derivados del tabaco en cohortes de comunidades financiado por el Tobacco Center of Regulatory Science de la American Heart Association a través de subvenciones federales. “En estudios anteriores, se ha descubierto que el uso doble de estos productos está asociado con peores consecuencias para la salud relacionadas con el tabaco en comparación con el uso de cigarrillos combustibles por sí solo o el no consumo de tabaco”.

Blaha señaló que es fundamental monitorear cómo cambian los patrones del consumo de cigarrillos electrónicos entre los diferentes subgrupos de la población, incluidos los jóvenes, las personas que nunca han fumado y las personas que consumen cigarrillos combustibles, con el fin de determinar la eficacia de los reglamentos e iniciativas destinadas a mejorar la salud pública mediante la reducción del uso de todos los productos de nicotina, incluidos los cigarrillos electrónicos y los cigarrillos combustibles.

“Estudios recientes han demostrado que el consumo de cigarrillos electrónicos entre los jóvenes ha disminuido. Eso, sumado al hallazgo de este estudio de una disminución leve en el consumo actual entre adultos jóvenes de 18 a 20 años de edad, podría ser una indicación temprana de que las políticas federales y estatales implementadas recientemente, incluidas la legislación Tobacco-21 y las restricciones en el sabor de los cigarrillos electrónicos, podrían estar teniendo efecto”, afirmó la coautora del estudio Ellen Boakye, M.D., M.P.H., miembro de la investigación del Centro Ciccarone para la Prevención de Enfermedades Cardiovasculares de Johns Hopkins. “También es posible que la amplia educación pública y el aumento de la conciencia pública que acompañaron el brote de lesiones pulmonares asociadas al uso de cigarrillos electrónicos o vaporizadores (EVALI) del 2019 hayan desempeñado un rol”.  

Sin embargo, los autores observaron que, si bien algunos de estos factores podrían haber contribuido a cambios en el consumo de cigarrillos electrónicos, en este estudio no se determinó si los factores, como la legislación, realmente tuvieron un efecto.

Las diferencias en el uso de cigarrillos electrónicos según el estado también podrían reflejar diferencias en las políticas a nivel estatal y su implementación, según Blaha.

“Por ejemplo, las reducciones significativas en el consumo de cigarrillos electrónicos en Massachusetts y Nueva York se correlacionaron con las disminuciones informadas en las ventas de cigarrillos electrónicos en estos estados, siguiendo sus restricciones estatales sobre las ventas de cigarrillos electrónicos saborizados”, afirmó.

Boakye observó que el aumento del consumo diario de cigarrillos electrónicos es una preocupación, ya que podría representar una transición del consumo ocasional o experimental de cigarrillos electrónicos a una mayor dependencia de la nicotina, la adicción asociada y un mayor riesgo para la salud. Además, aunque el consumo actual de cigarrillos electrónicos entre adultos jóvenes de 18 a 20 años ha disminuido, una proporción considerable, el 15.6%, aún informa el uso de estos dispositivos.

“Por lo tanto, existe una necesidad de aplicar con más rigurosidad la legislación y las medidas de Tobacco-21, que desalientan la distribución social de los cigarrillos electrónicos. Además, se necesitan medidas que hagan que los cigarrillos electrónicos sean menos atractivos para los adultos jóvenes. Asimismo, existe la necesidad de una vigilancia continua de los patrones de consumo de cigarrillos electrónicos, en particular el consumo diario, ya que esto representa un patrón de consumo emergente con un mayor riesgo de adicción a la nicotina y el posterior inicio de consumo de cigarrillos combustibles”, afirmó Blaha.

Se necesitan estudios futuros que evalúen los factores que predicen la transición de uso ocasional a frecuente o diario de cigarrillos electrónicos para ayudar a fundamentar las políticas destinadas a desalentar estas transiciones. Los autores agregan que los profesionales de la salud se deben sentir cómodos hablando del uso de cigarrillos electrónicos con los pacientes, de manera que determinen si consumen cigarrillos electrónicos y otros productos derivados del tabaco, a fin de que los eduquen y los apoyen en sus esfuerzos para dejar de fumar.

Una limitación de este trabajo es que no todos los estados proporcionaron información sobre el uso de cigarrillos electrónicos en el 2018 y el 2020, por lo que es posible que los cálculos para esos años no sean representativos a nivel nacional.

El Tobacco Center of Regulatory Science de la American Heart Association recibió financiamiento para este estudio del Centro de Productos Derivados del Tabaco (Center for Tobacco Products) de la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA, del inglés Food and Drug Administration) de EE. UU. a través del Instituto Nacional del Corazón, los Pulmones y la Sangre (NHLBI, del inglés National Heart, Lung, and Blood) de los National Institutes of Health. A través de este Centro, la American Heart Association trabaja en estrecha colaboración con investigadores de instituciones de todo el país para realizar investigaciones que se sumen al conocimiento existente sobre los efectos del tabaquismo en la salud y los productos relacionados con la nicotina, incluidos los cigarrillos electrónicos, hallazgos que pueden ayudar a fundamentar las decisiones de salud pública y la reglamentación de los productos derivados del tabaco.

Los coautores son Ngozi Osuji, M.D., M.P.H.; John Erhabor, M.D., M.P.H.; Olufunmilayo Obisesan, M.D., M.P.H.; Albert D. Osei, M.D., M.P.H.; Mohammadhassan Mirbolouk, M.D.; Andrew C. Stokes, Ph.D.; Omar Dzaye, M.D., M.P.H., Ph.D.; Omar El Shahawy, M.D., M.P.H., Ph.D.; Glenn A. Hirsch, M.D., M.H.S.; Emelia J. Benjamin, M.D., Sc.M.; Andrew P. DeFilippis, M.D., M.Sc.; Rose Marie Robertson, M.D. y Aruni Bhatnagar, Ph.D. Las declaraciones de los autores se encuentran en el artículo.

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