Puntos destacados de la investigación:

  • El miedo a sufrir otro ataque cardíaco fue un factor que influyó de manera constante y significativa en la forma en que los supervivientes de un ataque cardíaco perciben su salud, según un nuevo estudio.
  • Si bien la ansiedad y la depresión se reconocen como afecciones comunes después de un ataque cardíaco, no explicaron el impacto del miedo a la recurrencia en este estudio.
  • Los investigadores sugieren que el miedo a sufrir otro ataque cardíaco debe evaluarse y abordarse por separado de la depresión y la ansiedad.
  • Nota: El estudio presentado en este comunicado de prensa es un resumen de investigación. Los resúmenes presentados en los encuentros científicos de la American Heart Association (la Asociación Americana del Corazón) no fueron revisados por homólogos y los resultados se consideran preliminares hasta que se publiquen como artículos completos en una revista científica revisada por homólogos.

Prohibida su divulgación hasta las 4 a. m., CT/5 a. m., ET del lunes 11 de noviembre de 2024

DALLAS, 11 de noviembre de 2024. El miedo a sufrir otro ataque cardíaco fue un importante factor de estrés constante para los supervivientes de ataques cardíacos, según un estudio preliminar que se presentará en las Sesiones Científicas de 2024 de la American Heart Association. El encuentro, que se celebrará entre el 16 y el 18 de noviembre de 2024 en Chicago, es un intercambio mundial de primer nivel de los últimos avances científicos, investigaciones y actualizaciones de la práctica clínica basadas en evidencia en la ciencia cardiovascular.

Si bien se reconoce ampliamente que los supervivientes de ataques cardíacos pueden presentar depresión o ansiedad, se ha prestado menos atención al impacto del estrés psicológico y a la forma en que el miedo a otro ataque cardíaco puede afectar la recuperación mental y emocional de los pacientes.

“Queríamos entender qué pensaban los supervivientes sobre la posibilidad de otro ataque cardíaco. En concreto, examinamos cómo la demografía, los comportamientos en relación con la salud y la percepción del paciente sobre su enfermedad predecían tanto el miedo a tener otro ataque cardíaco como la percepción de su estrés actual”, afirmó la autora principal del estudio, Sarah Zvonar, Ph.D., R.N., C.C.R.N., becaria posdoctoral en la Facultad de Medicina de la Universidad de Indiana en Indianápolis.

Los investigadores colocaron anuncios en Facebook para reclutar voluntarios para el estudio: personas que habían sufrido un ataque cardíaco durante un período de un año entre 2021 y 2022. Aquellos que respondieron fueron dirigidos a un nuevo grupo de Facebook con enlaces a cuestionarios estándar para evaluar el miedo a la recurrencia, las percepciones de su enfermedad, su estrés actual, ansiedad y depresión. Los participantes también brindaron detalles demográficos e información sobre sus comportamientos actuales en relación con su salud cardiovascular. Los investigadores analizaron los datos de 171 supervivientes de un ataque cardíaco que completaron los cuestionarios dos veces, con una diferencia de seis semanas (aproximadamente seis y ocho meses después del ataque cardíaco).

El estudio determinó lo siguiente:

  • El miedo a sufrir otro ataque cardíaco afectó de manera significativa la percepción de la enfermedad y el nivel de estrés percibido por la persona.
  • El tiempo entre las encuestas fue de seis semanas, sin embargo, el tiempo promedio desde el ataque cardíaco inicial hasta la primera encuesta fue de 6 meses. El miedo a sufrir otro ataque cardíaco fue significativo a los 6 meses después del ataque cardíaco y siguió siendo significativo en el seguimiento alrededor de los 8 meses.
  • El control de la depresión y la ansiedad no redujo el impacto del miedo a la recurrencia en la percepción de la enfermedad ni en el estrés percibido desde los seis meses hasta aproximadamente ocho meses después del episodio inicial.
  • Aunque el consumo promedio de alcohol fue bajo entre todos los participantes, aquellos que consumieron más alcohol parecían tener una probabilidad mayor tanto de sentir miedo a sufrir otro ataque cardíaco como de tener niveles más altos de estrés percibido. El consumo promedio de alcohol fue de 1,35 bebidas por semana, con un rango de entre 1 y 6 bebidas por semana.
  • El cumplimiento con las recomendaciones sobre la dieta, el tabaquismo y el ejercicio no predijo de manera significativa el miedo a la recurrencia ni el estrés percibido.

“Los cuidados de salud a menudo se centran únicamente en la ansiedad y la depresión, y el tratamiento puede incluir antidepresivos, con lo cual se pasa por alto un tema importante: es posible que los pacientes tengan miedo de tener otro ataque cardíaco por otra razón”, dijo Zvonar. “Por ejemplo, hay mucha nueva información sobre la salud que deben procesar tras un primer ataque cardíaco, por ejemplo, sobre cómo mejorar su dieta, el ejercicio, los cuidados de seguimiento, la rehabilitación cardíaca, etc. Además, descubrimos que el miedo a la recurrencia no disminuyó entre los 6 y 8 meses después del ataque cardíaco, lo que indica que las personas pueden necesitar un seguimiento y apoyo para la salud mental prolongados”.

El estudio tiene varias limitaciones. Los resultados de este grupo de supervivientes jóvenes de ataques cardíacos, cuya edad promedio era menor que 40 años, pueden no aplicarse a supervivientes de ataques cardíacos mayores. En los EE. UU., la edad promedio en el momento de sufrir un primer ataque cardíaco es de 66 años en el caso de los hombres y de 72 años en el caso de las mujeres, según la actualización de 2024 de las estadísticas sobre enfermedades cardíacas y derrames cerebrales de la American Heart Association. Otra limitación fue que la raza y el grupo étnico no estuvieron representados de manera suficiente en este estudio. Se deben realizar más investigaciones para determinar la relación exacta entre el miedo a sufrir otro ataque cardíaco y la raza.

Además, dado que el estudio se realizó durante la pandemia de COVID-19 a través de Facebook, no fue posible recopilar y verificar muchos detalles clínicos (como la gravedad del ataque cardíaco y el uso de medicamentos). Esto significa que no se pudieron analizar algunos factores de salud adicionales que podrían influir en el bienestar psicológico y el miedo a la recurrencia.

“El estudio se tiene que replicar en una clínica con la recopilación de datos médicos; sin embargo, es muy probable que los resultados sean similares”, afirmó Zvonar.

“Si bien son preliminares y se basan en una pequeña muestra de personas más jóvenes que se autoseleccionaron en respuesta a un anuncio de Facebook, los resultados de este estudio son dignos de atención”, dijo Glenn N. Levine, M.D., profesor de medicina del Baylor College of Medicine y presidente de la declaración científica de la American Heart Association de 2021, Psychological Health, Well-Being, and the Mind-Heart-Body Connection (Salud psicológica, bienestar y la conexión entre la mente, el corazón y el cuerpo). “Como profesionales de la salud, es importante considerar tanto la enfermedad como a la persona. Este estudio sugiere que no solo debemos considerar los factores psicológicos, como la depresión y el estrés tras un ataque cardíaco, sino también reconocer que muchas personas pueden tener un miedo genuino a sufrir otro ataque cardíaco, lo que también puede tener un impacto negativo en su salud psicológica. Dado que la mala salud psicológica aumenta el riesgo de futuros problemas cardíacos, este miedo puede, hasta cierto punto, convertirse en una profecía autocumplida en algunas personas”.

Detalles, antecedentes y diseño del estudio:

  • El estudio incluyó a 171 adultos (de una edad promedio de 39 años, el 69% de ellos mujeres). El 41% de los participantes se autoidentificaron como blancos, el 33%, como negros; el 6,4% se identificaron como hispanos, latinos o de origen español; el 5,3%, como indios americanos o nativos de Alaska; el 4,1%, como asiáticos; el 2,3%, como nativos de Hawái o de las islas del Pacífico; y el 2,9% prefirió no responder.
  • La mayoría de los participantes se reclutó a través de publicidad en Facebook, mientras que 17 se reclutaron a través de un centro de traumatología de nivel uno (el nivel más alto de atención) en el Medio Oeste.
  • Aproximadamente el 33% de los participantes consumía tabaco actualmente; el 59% no alcanzaba los 150 minutos recomendados por semana de actividad física; alrededor de un tercio informó que controlaba su consumo de grasas y sodio la mayoría de los días de la semana; el consumo promedio de alcohol fue de 1,35 bebidas por semana. Solo el 26% de los participantes del estudio había asistido al menos a una sesión de rehabilitación cardíaca.
  • Las dos afecciones informadas con mayor frecuencia entre los participantes incluyeron presión arterial alta (46,2%) y diabetes tipo 2 (44,4%). El 62% de los participantes no informó antecedentes familiares de ataques cardíacos repentinos.
  • Los participantes completaron cuestionarios psicológicos estándar en línea que incluyeron el Cuestionario breve de percepción de la enfermedad, el Cuestionario del miedo a la progresión, la Escala de estrés percibido de 10 ítems y las Escalas de estrés, ansiedad y depresión de 21 ítems.
  • Los investigadores analizaron el impacto posible de la depresión, la ansiedad, las diferencias demográficas y los comportamientos relacionados con el riesgo de enfermedades cardíacas en el miedo a la recurrencia y el estrés percibido.

Los nombres de los coautores, los datos públicos y las fuentes de financiación se encuentran en el artículo. 

Las afirmaciones y conclusiones de los estudios que se presentan en los encuentros científicos de la American Heart Association son exclusivas de los autores del estudio y no reflejan necesariamente la política ni la posición de la Asociación. La Asociación no ofrece garantía de ningún tipo de su exactitud o fiabilidad. Las sinopsis que se presentan en los encuentros científicos de la Asociación no han sido revisadas por homólogos, sino que se han seleccionado por paneles de revisión independientes y se toman en consideración con base en su potencial para contribuir a la diversidad de los asuntos y puntos de vista científicos que se debatieron en el encuentro. Los hallazgos se consideran preliminares hasta que se publiquen como artículos completos en revistas científicas revisadas por homólogos.

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