Precaución recomendada para el tratamiento del COVID-19 con hidroxicloroquina y azitromicina para pacientes con enfermedad cardiovascular

DALLAS, 8 de abril del 2020— El impacto mundial del COVID-19 continúa aumentando y, cada día, la comunidad científica aprende más sobre el efecto y la interacción de las enfermedades cardiovasculares con el COVID-19. Juntos, la American Heart Association (AHA), el American College of Cardiology (ACC) y la Heart Rhythm Society (HRS) publicaron la nueva guía titulada “Consideraciones para las interacciones entre fármacos en el intervalo QT corregido en el tratamiento exploratorio contra el COVID-19 (enfermedad de coronavirus 19)” para detallar las consideraciones cardiovasculares críticas en el uso de hidroxicloroquina y azitromicina para el tratamiento del COVID-19.

Esta guía se publicó en Circulation, la revista insignia de la American Heart Association; en JACC, la revista del American College of Cardiology; y en Heart Rhythm Journal, la revista oficial de la Heart Rhythm Society.

Actualmente, tanto el medicamento antipalúdico hidroxicloroquina como el antibiótico azitromicina son el centro de atención, ya que se consideran como posibles tratamientos para el COVID-19 y cada uno representa graves implicaciones para aquellas personas con cardiopatías existentes. Entre las complicaciones, se incluyen las siguientes: irregularidades graves de los impulsos eléctricos del corazón, como la arritmia (latidos cardíacos irregulares), la taquicardia ventricular polimórfica (incluida la torsade de pointes), el síndrome de QT largo y un mayor riesgo de muerte súbita. No se ha estudiado el efecto de estos dos medicamentos combinados en el síndrome de QT o la arritmia.

La guía de la AHA, el ACC y la HRS para los profesionales de la salud incluye mecanismos adicionales para reducir el riesgo de arritmias. Pasos descritos:

  • Monitoreo electrocardiográfico o del intervalo QT.
  • Retención de la hidroxicloroquina y la azitromicina en pacientes con prolongación de QT inicial (p. ej.: QTc ≥ 500 ms) o con síndrome de QT largo congénito conocido.
  • Monitoreo del ritmo cardíaco y del intervalo QT, suspensión de la hidroxicloroquina y la azitromicina si el QTc excede un umbral presente de 500 ms.
  • En los pacientes en estado crítico por infección de COVID-19, es posible que se deba minimizar el contacto frecuente con el cuidador, por lo que no será posible realizar un monitoreo óptimo del intervalo electrocardiográfico ni del ritmo cardíaco.
  • Corrección de hipopotasemia de > 4 mEq/l e hipomagnesemia > 2 mg/dl.
  • Evitar otros agentes que prolonguen el QTc cuando sea posible.

La declaración también incluye una tabla en la que se clasifican los posibles efectos cardíacos adversos debido al uso de medicamentos que actualmente se están redestinando para el tratamiento del COVID-19, tales como la cloroquina y el lopinavir o ritonavir (agentes antipalúdicos y antivirales, respectivamente).

“La urgencia del COVID-19 no debe disminuir el rigor científico con el cual abordamos el tratamiento de este brote. Aunque estos medicamentos puedan funcionar de forma individual o combinada contra el COVID-19, recomendamos ser precavidos con estos medicamentos en el caso de pacientes con cardiopatías preexistentes”, afirmaron Robert A. Harrington, M.D., FAHA y presidente de la American Heart Association, y Arthur L. Bloomfield, profesor de medicina y presidente del Departamento de Medicina de la Stanford University.

“Estamos unidos en nuestra misión de lograr una atención óptima y de calidad para nuestros pacientes, y debemos seguir vigilantes en la evaluación de las posibles complicaciones de todos los medicamentos durante esta crisis”, declaró Athena Poppas, M.D., presidenta del American College of Cardiology, profesora de medicina en la Brown University y jefa de cardiología y directora del Lifespan Cardiovascular Institute en Rhode Island, y de los hospitales Miriam y Newport en Providence, Rhode Island.

“Debido al potencial de aumento de los riesgos relacionados con combinaciones de medicamentos que prolongan el intervalo QT, instamos a que se tenga la debida consideración para garantizar que los pacientes con cardiopatía u otros con mayor riesgo se puedan monitorear adecuadamente”, declaró Andrea M. Russo, M.D., presidenta de la Heart Rhythm Society, directora de Servicios de Electrofisiología y Arritmias del Cooper University Hospital, directora del Programa de Becas de CCEP y profesora de medicina en la Cooper Medical School de la Rowan University en Camden, Nueva Jersey.

La declaración también fue escrita en conjunto con Dan M. Roden, M.D.C.M., jefe de la división interina del área de Medicina Cardiovascular, vicepresidente sénior del área de Medicina Personalizada, facultad del Programa Clínico de Electrofisiología Cardíaca; Sam Clark, presidente del área de Terapéutica Experimental, profesor de farmacología y profesor de informática biomédica en la Vanderbilt University en Nashville, Tennessee.

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